El terror del llano

tiembla pueblo que llego el terror del llano... denunciaremos a los que estan contra el pueblo y defenderemos a los pobres y desamparados

domingo, 23 de mayo de 2010

¿exclusion cultural?

Opinión
Elías Pino Iturrieta
El Universal / ND


La exclusión cultural

El chavismo se ha empeñado en negar las realizaciones de nuestro siglo XX

La inconsistencia de una reacción sobre el tema de la reescritura de la Historia aconseja dejarla de lado. La retórica politiquera y la exuberante adulación que la adorna (adulación del mandón, desde luego), sugieren la alternativa de no perder el tiempo en una respuesta. Pero hay un aspecto de su contenido sobre el cual conviene un desmentido, debido a que insiste en una versión, no sólo tendenciosa sino también caracterizada por la falsedad, en relación con el hecho cultural que se desenvolvió en la época de la democracia representativa. Sobre tal asunto se tratará un poco a continuación.

Tal respuesta insiste en señalar la existencia de un monopolio del saber y de una odiosa preferencia en relación con los protagonistas de la actividad cultural, que fue característica predominante de los regímenes establecidos a partir de 1958. Las necesidades del monopolio, de acuerdo con la versión, reclamaban la participación exclusiva de autores puestos al servicio de un entendimiento determinado de la sociedad y, por supuesto, la legitimación de las administraciones de turno. La tendencia fomentada desde los altos poderes del Estado, continúa la versión, se repetía en lugares como las universidades, las instituciones de la República letrada, los casas editoriales y los medios de comunicación, para desembocar en una escandalosa discriminación del talento venezolano. Existía un reino de los creadores privilegiados, de los escritores reverenciados, de los historiadores respetados, de las plumas dignas de la imprenta, de los actores susceptibles de aclamación en las tablas y de los pinceles preferidos en las paredes de los museos. Los corifeos de la inconformidad, las voces que clamaban por la justicia y cualquier sonido incómodo para los beneficiarios de la preferencia oficial se arrinconaban de manera sistemática. Todo era como una especie de mercado ignominioso en cuyos tenderetes sólo había plaza para un elenco de protagonistas benditos, se colige del "análisis".

Un vistazo de las realizaciones del pasado reciente bastaría para echar por tierra semejante descripción. En realidad sucedió entre nosotros lo contrario, hasta el extremo de estar el sector público de entonces en capacidad de exhibir muestras incontestables de pluralidad, esfuerzos indiscutibles de promoción de intelectuales y artistas venezolanos en el exterior, fomento de las expresiones populares de creatividad y una de las mayores y más continuas ofertas culturales de América Latina. Bastaría con mirar hacia medio siglo de la prensa nacional para rellenar un catálogo de realizaciones capaces de echar por tierra la posición de quienes se atrevan a negar un hecho crucial: jamás se atendió con tanto éxito y dedicación la producción cultural, ni antes ni después desde la fundación de la República. Pero, si uno quiere ahorrarse una investigación como la sugerida, bastaría con formular las siguientes preguntas: ¿dónde estaban los que ahora se regodean en el reproche?, ¿apenas vivieron en un rincón su soledad de protagonistas relegados?, ¿se les negó un empleo por su forma de pensar?, ¿no les ofrecieron alternativas para publicar su pensamiento, o para divulgar su genialidad?, ¿no viajaron en las comitivas culturosas, ni disfrutaron de alguna beca en el extranjero?, ¿se les cerraron, por ejemplo, las puertas del Conac o los talleres de Monte Ávila, o los espacios del Celarg, o los salones de los ateneos, o las secciones especializadas de los periódicos, o ciertos cargos de responsabilidad en fundaciones privadas que también sembraban la fértil parcela? Una respuesta honesta bastaría para terminar un cuento tan mal contado, pero también para darnos cuenta de cómo esos críticos de la "revolución" vienen de ese lapso que ahora les provoca náuseas.

El chavismo se ha empeñado en negar las realizaciones de nuestro siglo XX, no ha descansado en su afán de fraguar la crónica de una oscurana que ahora se trasforma en iluminación, se ha refocilado en despachar con una retahíla de estereotipos la vida construida durante más de sesenta años largos, por lo menos. El escamoteo del aspecto cultural forma parte de la operación. De allí la obligación de llamar la atención sobre un atentado que no sólo consiste en la tergiversación o en el ocultamiento de fenómenos sobre cuyo desarrollo no caben dudas razonables. La operación quiere sacar de la historia las realizaciones de nuestros padres y de nosotros mismos, un asunto frente al cual sólo pueden permanecer silenciosos los idiotas. Aun cuando el ataque sea lampiño de ideas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario